Para que el sector farmacéutico se pueda desarrollar es necesario que exista innovación farmacéutica, pero para que la innovación se produzca debe coexistir una fuente de financiamiento o fondo de inversión que permita que la misma se desarrolle con un capital monetario. A lo anterior, en la industria farmacéutica, se le conoce como I+D, es decir, Investigación y Desarrollo, que son requerimientos necesarios para que se pueda llevar un producto del laboratorio al paciente que requiere el medicamento.
El monto de inversión para la innovación farmacéutica
Hace años atrás, en los años 90, la inversión en innovación del sector farmacéutico era de aproximadamente unos 300 millones de dólares al año, pero en la actualidad esta cifra ha aumentado considerablemente hasta incluso llegar a superar los 1000 millones de dólares, un crecimiento de inversión desorbitante, pero que marca una gran diferencia de lo que era la industria farmacéutica en el paso y lo que es ahora en la actualidad.
En parte, este aumento de la inversión se debe, además, de la aparición de nuevas enfermedades que requieren de fármacos para tratarlas, a los requisitos sanitarios globales, que son cada vez más rigurosos y requieren de más pruebas y testeo.
A su vez, la instalación de más plantas de producción y formación de nuevos laboratorios, implican inversiones más altas que se miden en miles de millones de dólares, inversión que sirve para crear nuevos tratamientos que ayuden a millones de pacientes en todo el mundo, ya sea para curar una enfermedad o para disminuir los síntomas, garantizando con ello, mejor calidad de vida y prolongando las expectativas de vida.
La innovación que salva vidas
Invertir en el sector farmacéutico, especialmente en los proyectos innovadores, es invertir en la vida de la humanidad, pues la creciente inversión es la protagonista de la extinción de muchas enfermedades y el tratamiento de otras que no tienen cura.
Tal es el caso, del tratamiento de enfermedades como el VIH/SIDA, esta enfermedad fue conocida en el año 1981, pero fue 16 años después, cuando se comenzaron a comercializar una combinación de fármacos que elevó la expectativa de vida de los pacientes, de 10 a 24 años, mejorando también la calidad de vida.
Otro caso, son los tratamientos del cáncer de mama, el cual en los años 70 se duplico su presencia y detección en el mundo. A inicios de los 70 las expectativas de vida eran bajas, mientras que en la década de los 90 las expectativas de vida lograron superar los 10 años y en la actualidad, es mucho mayor si es diagnosticado a tiempo, incluso su cura es posible.
Al mismo tiempo, el caso del linfoma no-Hodgkin, las expectativas de vida de los pacientes diagnosticados con esta enfermedad, ha aumentado considerablemente con la innovación farmacéutica, subiendo de 10 meses a 10 años. Otro representativo ejemplo, es el aumento de la expectativa de vida de los pacientes que padecen hepatitis C, la cual es una enfermedad que hoy en día tiene un tratamiento especial que permite la curación de la misma.
Aunque si bien es cierto que, gran parte de la innovación farmacéutica se realiza en países desarrollados, países latinoamericanos como Ecuador, Argentina, Chile y Perú no se quedan atrás, especialmente porque han entendido que es un sector que generan grandes ingresos a la nación y que permiten atender las enfermedades, aumentando así, la posibilidad de vivir y la calidad de vida de los pacientes que se tratan con fármacos, que hasta hace unos pocos años atrás quizás ya estaban desahuciados.